16 de diciembre de 2021
La artroscopia es un procedimiento mini-invasivo que permite al cirujano explorar el interior de la articulación mediante pequeñas incisiones, y trabajar con instrumentos del tamaño de un bolígrafo. La mayoría de la gente ha oído habla de la artroscopia de rodilla o de hombro, pero la artroscopia concierne igualmente a varias patologías del codo. Si bien las indicaciones de la artroscopia de codo no son muy numerosas, aumentan regularmente con la tendencia hacia la cirugía mínimamente invasiva y la miniaturización de los equipos quirúrgicos endoscópicos. El codo es una articulación cuyos abordajes artroscópicos están muy próximos a estructuras anatómicas "nobles" como nervios y arterias, lo que caracteriza así la dificultad de la técnica y podría explicar una tasa de complicaciones significativamente mayor que para otras articulaciones. Es por ello que se recomienda que la artroscopia de codo, sea indicada por un cirujano experimentado que la realice con frecuencia, una vez que se hayan evaluado otras opciones terapéuticas como fisioterapia, infiltraciones de ácido hialurónico o plasma enriquecido en plaquetas, y éstas hayan resultado insuficientes. Sin embargo, la artroscopia de codo ha supuesto un avance importante en el diagnóstico y tratamiento de las patologías del codo, dado que al tratarse de una técnica mínimamente invasiva es menos agresiva y la recuperación es más rápida. En efecto, la artroscopia permite limitar al máximo los fenómenos de adherencia y rigidez tan temidos en la articulación del codo. De hecho, la rigidez es la primera complicación del traumatismo del codo y la artroscopia ha simplificado considerablemente la convalecencia de intervenciones en dichos casos.