En la vertebroplastia, guiado por un amplificador de imagen, se inyecta una mezcla de cemento, dentro del hueso fracturado, a través de una aguja hueca.
En la cifoplastia, se inserta primero un balón o gato dentro del hueso aplastado, a través de la aguja hueca, para crear una cavidad o espacio. El cemento se inyecta dentro de la cavidad luego de que el balón o gato es removido.
Esta cirugía mínima invasiva es una excelente opción para los pacientes con fracturas vertebrales dolorosas producidas generalmente a consecuencia de la osteoporosis, a la que se recurre cuando es mejor una corta estancia en el quirófano y en el hospital.
En ambos tratamientos, después de la intervención el paciente podrá irse a su casa en el mismo día, aunque será necesario reposo durante al menos 24 horas, para después recuperar la actividad normal poco a poco.