Aunque no es una técnica que promovamos o llevemos a a práctica en Biziondo, actualmente es una técnica común empleada para el dolor.
El dolor crónico en cualquiera de los segmentos del dorso o columna vertebral puede tener su origen en lesiones o alteraciones de diferentes estructuras, cómo pueden ser los discos intervertebrales, los ligamentos, la musculatura o la degeneración que pueden presentar las distintas articulaciones, entre ellas las facetas articulares.
Estas articulaciones facetarias (o solo facetas), corresponden a conexiones que tienen las vértebras entre sí, las cuales permiten estabilizar los movimientos de la columna. Dichas estructuras al estar formadas por hueso, tener una superficie de contacto pueden sufrir sobrecargas inflamatorias, debido a artritis, esguinces o inflamación local; o de forma más común también pueden presentar alteración degenerativa, principalmente por artrosis, la cual se denominaría “artrosis facetaria” o “síndrome facetario”.
El dolor de origen facetario se caracteriza por presentar un predominio matutino que se asocia a rigidez; este puede ir disminuyendo en intensidad con el paso del tiempo y la actividad diaria. Dicho dolor puede presentarse a nivel cervical (cuello), dorsal (espalda alta) o lumbar (espalda baja, en donde es más común), y se puede percibir principalmente al iniciar cualquier actividad después de un período considerable de reposo, así como también se puede intensificar con actividades de rotación o extensión de la espalda e incluso llegar a proyectarse a los glúteos o la parte posterior de los muslos.
Dentro de las alternativas de tratamiento más empleadas para el abordaje del síndrome facetario encontramos la rizólisis o rizotomía, un procedimiento mínimamente invasivo que consiste en la denervación o “daño controlado” de las terminaciones nerviosas que llevan la información del dolor de la espalda, en este caso del segmento que se encuentre afectado. Este procedimiento puede realizarse por medio de emisiones de radiofrecuencia en la zona afectada, siendo este el método más comúnmente empleado, o también por medio de la infiltración de fármacos (anestésicos y antiinflamatorios) directamente al nervio identificado.
El objetivo principal de la rizólisis se centra en “cortar” las conexiones transportadoras de señales de dolor, las cuales pueden tener un origen en la compresión ejercida por las facetas. Si esto se comprueba por medio de exploración clínica y el apoyo de imágenes diagnósticas, sumado a que los tratamientos conservadores no han sido efectivos y el dolor crónico incapacitante interrumpe las actividades cotidianas, este procedimiento estará indicado para el tratamiento sintomático, buscando mejorar la calidad de vida del paciente.
El procedimiento es relativamente sencillo. En primera instancia, en un quirófano se realiza una infiltración o “bloqueo diagnóstico” (guiado generalmente por rayos X o ecografía) en los nervios que dan sensibilidad a las facetas, empleando anestésico local y esteroides (antiinflamatorios). Si al efectuar este procedimiento se presenta una mejoría del dolor, semanas después se programarán sesiones de radiofrecuencia para causar el “daño controlado” en los nervios locales que transportan el dolor. Es posible que este procedimiento descrito anteriormente se repita en varios segmentos de tu espalda, para asegurar la efectividad del método debido a que las articulaciones facetarias pueden relacionarse con terminaciones nerviosas que emergen de vértebras contiguas.
La rizólisis es un procedimiento ambulatorio puede realizarse en aproximadamente 20 a 30 minutos y no es habitual que se presente dolor durante la intervención. Los riesgos durante el procedimiento son infrecuentes, pudiendo estar relacionados con una difusión excesiva del anestésico local, lesión accidental de un nervio cercano o en casos muy raros la infección o hemorragia en la zona tratada. Dentro de los signos de alarma para acudir a consulta por urgencias se encuentran la fiebre y el adormecimiento de manos o piernas. Generalmente en el postoperatorio está indicado el reposo por algunos pocos días y el evitar la actividad física moderada e intensa por otros días más.
El efecto de la rizólisis en la disminución del dolor puede percibirse desde los primeros días hasta pasadas unas dos semanas. Sus beneficios radican en el alivio referido del dolor y el mantenimiento de la capacidad de realización de actividades cotidianas mejorando la calidad de vida del paciente.
Por último, cabe recordar que el empleo de la rizólisis y aún más su seguimiento deben tener como base la individualización del servicio, por ello es fundamental luego del procedimiento la realización de controles de seguimiento estricto para evaluar la evolución del paciente y de esta forma garantizar la efectividad e integralidad del tratamiento.
Instituto Francés de Columna Biziondo