Es frecuente que sintamos ciertas molestias o rigidez por las mañanas antes de levantarnos. Durante la noche permanecemos mucho tiempo sin activar nuestros músculos y sin mover demasiado nuestras articulaciones. Y cuando tenemos dolor de espalda incluso reducimos aún más los volteos durante la noche y permanecemos en una postura que nos calma el dolor. Esto contribuye a que por la mañana nos cueste más comenzar a movernos. Puede costarnos enderezarnos y dar los primeros pasos, por ejemplo. En casos de artrosis, es frecuente que tras empezar a movernos las molestias y la rigidez disminuyan al de poco tiempo y se mantengan mejor el resto del día.
Comience su día con este entrenamiento de dormitorio de 5 minutos que combina ejercicios de fuerza y flexibilidad.
Intente hacer este ejercicio todas las mañanas para quemar calorías, aliviar los dolores y molestias, mejorar su estado de ánimo y sentirse más alerta.
Extienda los brazos sobre la cabeza, sintiendo que su cuerpo se estira desde los dedos de los pies hasta la punta de los dedos. Tome de 3 a 4 respiraciones profundas y relajantes.
Lleve una rodilla al pecho, manteniendo la otra pierna doblada. No levante la cabeza ni tense el cuello. Tome de 3 a 4 respiraciones profundas y relajantes, sintiendo el estiramiento en los glúteos y la espalda baja. Repita con la rodilla opuesta.
Lleve ambas rodillas a su pecho y sujete suavemente sus piernas. No levante la cabeza ni tense el cuello. Tome de 3 a 4 respiraciones profundas y relajantes, sintiendo el estiramiento en los glúteos y la espalda baja.
Gire lentamente las rodillas hacia un lado, manteniéndolas juntas y asegurándose de que ambos hombros permanezcan en contacto con la cama en todo momento. Tome de 3 a 4 respiraciones profundas y relajantes, sintiendo el estiramiento en la parte baja de la espalda. Repita hacia el lado opuesto.
Sentado erguido con ambas piernas estiradas y separadas al ancho de las caderas o más cerca, inclínese desde las caderas, llevando el pecho hacia los muslos manteniendo la espalda recta. Tome de 3 a 4 respiraciones profundas y relajantes, sintiendo que sus isquiotibiales se alargan.
La pierna contraria a la que queremos estirar se mantiene apretada contra el pecho durante todo el ejercicio. Para presionar la zona lumbar contra el colchón y así proteger su espalda. La pierna que vamos a estirar cae por fuera de la cama (el pie puede llegar a poyar en el suelo). Realice una leve fuerza como para levantar la pierna que cae pero sin levntarla. Mantenga 6 segundos y luego suelte la pierna. La relajación del músculo es mayor después de su contracción. Respire varias veces durante este tiempo de relajación. Repita varias veces. Sienta como el muslo desciende sin haber soltado el otro, presionado contra usted: el músculo psoas se ha alargado.
Para comenzar el ejercicio, encuentre un mueble lo suficientemente alto que quede un poco por encima de su pelvis. Ponga sus manos el los mueble, aleje los pies del soporte.
El movimiento se realizará primero de arriba hacia abajo, desde el cuello hasta la zona lumbar.
1. Incline suavemente su cabeza hacia adelante (esto ayuda a redondear el cuello).
2. Luego, doble la espalda (redondee las dorsales).
3. Y finalmente, redondee la zona lumbar. Durante el ejercicio, mueva el peso del cuerpo gradualmente hacia los talones.
El movimiento se hará, en un segundo paso, de abajo hacia arriba, de la lumbar a la cervical: Excave la zona lumbar (extensión de la zona lumbar). Luego, arquee las dorsales (extensión de la mitad de la espalda). Y finalmente, arquee el cuello (extensión de las cervicales. Al final del movimiento, amplifique la extensión del cuerpo empujando la pelvis hacia adelante.
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Recuerda que esta información está hecha con fines de divulgación y que sólo un especialista en columna vertebral, indicará cual es el tratamiento oportuno para tu problema de columna vertebral.
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